4.21.2012

Kale Borroka (publicat al Diari de Tarragona, 20/04/2012)

imatge extreta del blog elsenyor9

Despidos, recortes en sanidad y educación, reducción de jornada y sueldos, caída del poder adquisitivo, condescendencia con los mercados financieros, austeridad en los presupuestos generales, inversión bajo mínimos, aumento del precio de los combustibles y de la energía, indultos a corruptos de partidos políticos en el poder, robos principescos, corruptos declarados no culpables, bancos que ejercen la usura concediéndonos créditos con nuestro propio dinero, desmantelamiento del estado autonómico, duplicidades administrativas, infraestructuras inútiles (aeropuertos sin aviones, trenes de alta velocidad orientados a callejones sin salida), gestores públicos impunes; altos cargos, directivos y consejos de administración (que no se juegan nada, que no emprenden nada) con sueldazos y pensiones robadas a los contribuyentes; expolíticos colocados a cuerpo de rey en empresas estratégicas, pisos de protección oficial desocupados, impagos a los empresarios, aumento del número de suicidios, amnistia a los delincuentes fiscales, desahucios y un largo etcétera que, según cada situación y contexto, cualquier lector sabrá completar: éste es el statu quo: nuestro día a día.

Y ante tamaño despropósito, al gobierno español y a su socio, el timonel Mas y demás piratas, no se les ocurre nada más que equiparar los disturbios, muy muy muy minoritarios, que suele haber después de una huelga general, o de una protesta digna de mención (aquí, en Pequín y en Pocón) a la kale borroka (al terrorismo callejero de baja intensidad que ETA utilizaba para acuciar el miedo y burlarse de sus víctimas) .

Por qué no equiparan la evasión fiscal al terrorismo? O el endeudamiento irracional de algunos reinos de taifa de nuestro país? O la corrupción política? O la financiación irregular de partidos políticos? O por qué no se les ocurrió antes equiparar los disturbios posteriores a los partidos de fútbol a la kale borroka? O, ya puestos, la SalouFest?

Nadie debería estropear el mobiliario público, ni amedrentar a los ciudadanos que no quieren unirse a los huelguistas, ni destruir los negocios que otros han levantado con esfuerzo. Nadie debería erigirse en juez y en verdugo por mucha rabia y dolor que sienta. Quien opta por ejercer cierta dosis de violencia debe responsabilizarse de lo que ha hecho, pero de ahí a condenarlo como terrorista existe un abismo. Y ese abismo lo profundizan precisamente los que temen ser víctimas del descontento, de la rabia y del dolor.

La responsabilidad de los destrozos callejeros debe pesar sobre sus autores. Pero los políticos no deben olvidar que sobre ellos pesará la cárcel y el sufrimiento de los condenados y que sobre ellos pesarán los muertos, como el farmacéutico griego Dimitris Chirstoulas, un jubilado de 77 años, que impotente por no poder seguir a alguien dispuesto a luchar con un kalashnikov, e incapaz de imaginarse a si mismo buscando comida entre la basura, prefirió dispararse con la esperanza que algún día los jóvenes griegos sin futuro cuelguen, en la misma plaza donde él se quitó la vida, a los traidores de la nación; como hicieron los italianos con Mussolini en 1945. Éste es el veneno que se cuece con la ruptura de las bases del estado social. Los políticos que ahora están en el poder deberían empezar a entender que la paciencia no es infinita y que no hay nada ni nadie que sea eterno.

Jordi Barberà Argilaga