12.24.2012

No nos representan



Pasadas unas semanas de la histeria propagandística de las elecciones catalanas, uno ya puede empezar a hacerse una idea de cómo están o de cómo siguen estando las cosas. En la composición del parlamento siguen habiendo políticos que representan, o dicen representar, a los ciudadanos; pero esta vez, ha habido un pequeñísimo cambio sustancial, un 2% de los diputados de la cámara (los 3 de las CUP) han invertido el principio de representatividad y afirman no ser ellos los representantes de los ciudadanos, sino que són los ciudadanos los que les representan a ellos fuera del Parlamento.

Lo que parece ser un juego de palabras es algo mucho más serio y trascendente. Por primera vez en Cataluña, unos diputados no pretenden convertir la representatividad en una patraña para vivir de ello sino en un salto de los ciudadanos hacia las instituciones que les pertenecen. De ahí que las CUP, Candidaturas de Unidad Popular, no sean un partido político, ni siquiera una candidatura, sino la unión de distintas candidaturas asamblearias que toman sus propias decisiones. Este salto institucional ha sido posible en un contexto único. Por una parte, por una profunda crisis, que se acerca más a una estafa gigantesca que a una auténtica crisis económica; con sus culpables, incitadores y cómplices campando a sus anchas; y con unos políticos sin más ambición que seguir siendo una casta privilegiada al servicio de los dictados de los que mandan de verdad (la troika europea). Y por otra parte, por la repentina conversión al independentismo de los nacionalistas que han abrazado a todos los presidentes del gobierno español desde la restauración monárquica del franquismo.

En su empeño cuentan con tres principios que se adaptan perfectamente a este contexto y que, sin duda, facilitarán su expansión. En primer lugar, su ya histórica pertenencia al mundo de la izquierda independentista, contrariamente a lo que se podría pensar, les aleja completamente de la banalización convergente del asunto nacional, ya que no hace falta que se centren para nada en ello: son independentistas, está en su más primitiva razón de ser, y por lo tanto cuando sea el momento de ejercer el derecho a decidir, ya lo harán. Asunto cerrado. En segundo lugar porque afirman, y hasta el momento demuestran, ser un caballo de Troya que guarda en su interior las luchas de los movimientos sociales de la calle y las extiende al Parlamento. Y en tercer lugar, porque no quieren privilegios, ni prevendas, ni repartir pasteles o sonrisas, ni disfrazarse de políticos. Han sido escogidos por sus asambleas, sólo ocuparán el cargo durante una legislatura, cobrarán como máximo 2,5 veces el salario mínimo (unos 1800 euros mensuales), ya han rechazado el apoyo de Esquerra Unida i Alternativa para formar un grupo parlamentario y con ello acceder a subvenciones y privilegios con artimañas legales. También está quien ha empezado ya a banalizar su lucha con comentarios clasistas, como los realizados por la mismísima presidenta del Parlamento, que cree que la vestimenta de los diputados no está acorde con la dignidad de la institución, y en cambio sí encuentra digno que su coalición se financie ilegalmente con el dinero de los contribuyentes, que los bancos a los que entregan nuestro dinero deshaucien cada día a los ciudadanos, que los diputados de su coalición mientan sobre los disparos de la policia a los huelguistas y tantos, tantísimos ejemplos que no sólo no dignifican al parlamento, sino que ni siquiera dignifican al género humano. También desde las filas de CIU se ha intentado desactivar la radicalidad de su discurso, en este caso con una estrategia muy distinta: el señor Duran i Lleida elogió el “discursazo” de David Fernández, en un tono paternalista y cínico que también ocultaba una puñalada a ICV, que desde hace dos años ejerce de líder de la oposición. Ya veremos si a medio plazo el señor Duran se muestra tan displicente.

Será una tarea difícil. Cuentan con la oposición de todo un sistema. De una democracia viciada. Pero por fin ha aparecido la izquierda en Cataluña y se ha borrado el espejismo de esa izquierdita socialdemócrata que ya se hunde en toda Europa. Ese espacio político que sólo servía para que la derecha ultraliberal cogiera aliento y se rearmara. A partir de ahora, la cleptocracia deberá estar más atenta, será más lenta e inoperante. Y la izquierdita deberá romper o integrarse, como ya ha hecho Esquerra Republicana de Cataluña.


Jordi Barberà Argilaga
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