Para
empezar, una confesión: soy independentista. Creo que Cataluña es
un país que para mantener su cultura y su lengua y desplegar todo su
potencial y originalidad debería emanciparse del estado español y
constituirse en república independiente. Y para empezar, también,
confesar que desde hace ya unos años, unos quince, no entiendo casi
nada del argumentario político de nuestros representantes
parlamentarios. Y digo casi nada porque a veces tengo la sensación
de entender bastante bien los argumentos de uno de los partidos, o
agrupación, situada al otro lado del espectro independentista: me
refiero a Ciutadans /Ciudadanos.
Ellos
tienen claro que España es un estado y que Cataluña es parte de él.
Ellos tienen claro que por encima de las lenguas y las políticas
regionales está la lengua y los intereses generales del país. Y por
lo tanto, no ven necesidad de perder el tiempo, el dinero y la
paciencia engordando la administración y la burocracia; no se
entretienen en tonterías como las balanzas fiscales o la
financiación de los territorios; o con banalidades como si unos son
más o menos ricos o pobres que los otros. De la misma manera que en
Cataluña nadie está interesado en saber si es más rico el Priorat
o el Vallès Oriental; o si el Barcelonès y el Baix Llobregat
mantienen al resto de Cataluña o no. Tampoco nadie discute la
preponderancia del catalán sobre el aranés, ni a nadie se le ocurre
fragmentar Cataluña en pequeñas comunidades con servicios
duplicados (bueno, eso sí que se les ocurre, pero sólo para poder
multiplicar los cargos políticos y sus trocitos de pastel).
Cómo
puede ser que en un país serio el principal argumento para la
independencia sea que nosotros somos más ricos y los demás o son
pobres o son tontos? Cómo puede ser que confundamos (las derechas,
los centros y las izquierdas) a la víctima con el verdugo? Cómo
puede ser que nadie explique por qué en Andalucía tanta gente debe
cobrar el PER? O por qué Extremadura ha sufrido un abandono
histórico en las inversiones del Estado? O por qué el País Vasco y
Navarra van por libre? Cómo puede ser que nadie señale a la “clase
dirigente catalana” como la abanderada y una pieza clave,
imprescindible, de la construcción de España; y no de cualquier
España, sino de este reino impuesto por el franquismo?
Cómo
puede ser que aquí miremos siempre con condescendencia los
despropósitos políticos de la comunidad de Madrid, o el politiqueo
barato y la especulación urbanística de Valencia y Baleares, y
seamos incapaces de ver cómo indultan a corruptos catalanes, cómo
se financia el principal partido del país a través de instituciones
como el Palau de la Música, cómo pagamos con dinero público la
traducción de un periódico que siempre calla y otorga, nunca muere
y siempre se transforma? Cómo puede ser que no nos avergonzemos de
tener una de las costas más estropeadas del mundo? Y que no nos
entristezca ver el espectáculo de nuestros representantes abriendo
de piernas a las leyes para que un puñado de dinero negro se
blanquee en unas Vegas de cartón piedra (que como mucho cumpliría
la ley de normalización lingüística).
Pues
sí. Yo soy independentista: quiero que Cataluña sea un estado
independiente y que algún día lo sea también Andalucía, y que los
andaluces se libren de los señoritos, de los marqueses y los grandes
de España, que ocupen sus tierras y se puedan enriquecer con su
trabajo. Y no, no entiendo la tibieza y la hipocresía de los
políticos catalanes. Y sí, sí entiendo que en las “otras
comunidades” no nos entiendan y nos tengan cierta tírria, y a
veces incluso odio: jode mucho que los mismos que te someten digan
que se quieren librar de ti.
Jordi Barberà Argilaga