10.03.2011

Avergonzado de ser profesor (article publicat al Diari de Tarragona l'1-10-11)



Ser profesor en este país da vergüenza. Es un timo para aquellos que hacen bien su trabajo, un timo a las familias y un timo a los futuros ciudadanos. Para ser profesor en este país, uno estudia lo que le da la gana en la universidad y después tiene que estudiar un postgrado que le capacite como docente (antes le llamaban CAP): pues es un timo, le llamen como le llamen. Los docentes del CAP no saben nada sobre la enseñanza en secundaria y, si saben algo, lo guardan celosamente. Nadie, después de hacer el CAP, sale más capacitado que antes de hacerlo. Nadie. Pueden preguntar a los que lo pasan. Nadie.

Después de aprobar una carrera universitaria y de estudiar un postgrado inútil, tienen que apuntarse a unas listas de sustituciones y, en función de unos parámetros casi mágicos que controla un “programa informático”, con la ayudita de la varita mágica de algún funcionario con ganas de jugar al “dónde está la bolita”, te vas a un instituto que no conoces de nada, donde no conoces a nadie y, al cabo de media horita, te meten en una clase que no has podido preparar, de la que no sabes nada y donde no conoces tampoco a nadie. A veces no sabes ni la materia que vas a impartir.

Pero no hay que preocuparse, que no cunda el pánico, da igual como hagas tu trabajo. A nadie le importa lo más mínimo. Nadie. Repito, nadie, va a entrar en tu clase para decirte si lo haces bien o mal. A nadie le importa si la dirección está satisfecha con tu trabajo, si los alumnos aprenden y muestran interés por la materia, si los padres se sienten apoyados. Da igual. Cuando acabas la sustitución vuelves a ser un numerito y así te pasas el curso. Pero no todo el curso, porque cuando se acercan las vacaciones de navidad, o las de semana santa, o las magníficas vacaciones de verano, el funcionario o funcionaria a quien sustituyes de repente se recuperará y volverá a estar al cien por cien para dar cuatro clases e irse a esquiar a Baqueira o de safari a Tanzania.

Si un año, por casualidad, has conseguido trabajar los seis últimos meses de curso, puedes cobrar el mes de julio, pero a cambio debes presentarte a oposiciones. Allí te tratarán como a un desgraciado que osa aspirar al Olimpo de los dioses. Te preguntarán sobre un temario absurdo y deberás volver a explicar lo ya te explicaron en bachillerato y en la universidad. Deberás presentar una programación didáctica y defenderla ante el tribunal. Y si tienes suerte, puede que te aprueben, e incluso que te pongan un notable. Pero eso tampoco sirve de nada. De nada. Resulta que lo más valioso, una vez superada la prueba, es el tiempo que llevas trabajado; no la calidad de tu trabajo, sino el tiempo cotizado en la seguridad social. Pero tampoco vale el tiempo trabajado en empresas privadas o como autónomo. No. Sólo el tiempo que has estado ocupando un espacio con tu trasero en una silla de un instituto público.

Si por casualidad apruebas, ya está. Lo has conseguido. Ya puedes seguir yendo a trabajar o a no trabajar. A nadie le va a importar lo más mínimo. Sólo tienes que cumplir unos requisitos facilísimos: si no vas a trabajar pide la baja (y acuérdate de volverte a dar de alta cuando se acerque la navidad, la pascua y el verano), no toques a ningún alumno (aunque esté a punto de inmolarse), intenta que ningún padre o madre te denuncie. Con esto es suficiente. Y si no apruebas las oposiciones, no te deprimas. Seguirá sin importarle a nadie como hagas tu trabajo, pero deberás estar pendiente, todos los lunes, miércoles y viernes del numerito que el “programa informático” decida que tiene trabajo. Eso sí, no podrás quejarte ni hacer ninguna consulta. Porque nadie, nadie, contestará a tus preguntas en las direcciones de correo que se supone que están a disposición del personal docente. Tampoco nadie te atenderá al teléfono y, si gozas de tiempo libre y de muy poca dignidad, y te desplazas hasta el Departamento de Personal, de 12 a 14 horas, sólo de 12 a 14 horas, podrás hacer un poquito de cola y entrar en un despacho con un montón de señores y señoras sorprendidos de tu osadía que te responderán que tus problemas son fruto del sistema informático, o de los de arriba, o de que tu te olvidaste marcar una crucecita en la opción correspondiente, esa semana de febrero que salió en el DOGC que los profesores sustitutos de secundaria podían activar la opción de no se sabe qué. Lo dicho, una vergüenza.

Jordi Barberà Argilaga
Diseñador gráfico y editor








1 comentari:

  1. Genial, simplemente genial, no habia leido nunca tus articulos Jordi, no creo que me recuerdes pero estaba en la clase de ciutadania que impartiste en 3o o 4o de ESO. Aun recuerdo cuando pusiste la pelicula Into The Wild y la clase se dormia de sueño, creo que ver esa pelicula me cambio un poco la vida, tenia que decirlo :) Saludos!

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